
Los árboles de nuestro entorno urbano juegan un papel fundamental en la ecología de nuestras ciudades siendo elementos que contribuyen a la sostenibilidad y a la mejora de la calidad de vida de las zonas urbanas.
Por este motivo, cada vez más, en muchos países de nuestro entorno europeo existe una demanda mayor para impulsar la necesidad de aumentar los recursos destinados a la implantación y conservación de este tipo de arbolado. Así, surgen numerosos proyectos para la restauración de zonas urbanas a través de la elección de especies arbóreas cuyas características permiten una óptima integración en entornos urbanos, aportando dichas especies beneficios al ecosistema en el que se desarrollan.
El arbolado urbano viario, es un integrante activo del ecosistema de la ciudad que interactúa con el entorno ajeno a su hábitat de modo análogo a como lo haría con el natural ejerciendo cierta influencia sobre este entorno. De esta forma, el arbolado viario en su interacción con la ciudad genera múltiples beneficios: genera una regulación micro climática a través de la refrigeración por la evapotranspiración y la generación de sombra. Además, este arbolado capta los contaminantes atmosféricos y mitiga los efectos del cambio climático a nivel global por la fijación de dióxido de carbono. También contribuyen a reducir la contaminación acústica, regulan el ciclo del agua y fomentan la biodiversidad.
Pero las ventajas de crear, mantener y aumentar el arbolado urbano viario de las ciudades no solo generan beneficios medioambientales sino también sociales que aumentan, a su vez, la calidad de vida y la salud de las personas. Por supuesto, a estos beneficios también habría que añadir los fisiológicos y psicológicos. Otro aspecto positivo, en este caso en el plano económico, es el ahorro que se consigue en climatización, al reducir las temperaturas, y sobre el sistema sanitario, al descender la incidencia de las afecciones respiratorias.
En conclusión, es necesaria una mayor concienciación, no solo por parte de la sociedad sino también de la propia Administración, ya que el arbolado urbano viario genera ciudades más habitables. Como ejemplos podemos poner los casos de Madrid y Barcelona, que tienen 300.000 y 150.000 árboles respectivamente y que contribuyen a mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.