
“¿Por qué los seres humanos han sentido a lo largo de la historia la necesidad de construir jardines? Hay muchas posibles respuestas a esta pregunta, pero la más sencilla es que creamos jardines porque nos proporcionan bienestar.” Este pequeño párrafo, extraído del libro “Jardinosofía: una historia filosófica de los jardines” de Santiago Beruete, deja entrever a la perfección la premisa básica que ha dado lugar a la formación de una nueva corriente arquitectónica, el diseño biofílico, cuyas ideas y aplicaciones, por sus evidentes conexiones con el paisajismo quiero abordar en este post.
¿Qué es el diseño biofílico y cómo se está aplicando en la arquitectura? De forma muy sintética, se puede definir esta corriente como una puesta por intentar incorporar elementos de la naturaleza en espacios urbanos o interiores, y de esa forma reestablecer los vínculos entre la naturaleza y el ser humano. ¿Con qué finalidad? Para contribuir al bienestar de de los individuos y la sociedad, ya sea en espacios cerrados, abiertos, públicos o privados. Para entenderlo mejor, basta recurrir a las palabras de uno de sus mejores exponentes, el arquitecto británico Oliver Heath: “Cuando nos trasladamos de entornos rurales a entornos urbanos es fácil perder la conexión con la naturaleza. Vivimos sumidos en el estrés y a menudo no valoramos los beneficios de esa conexión. Pero cuando le pides a una persona que cierre los ojos e imagine un lugar en el que se sentiría relajado, pensará en espacios rodeados de naturaleza, con ríos, lagos, praderas, árboles, montañas, cielos azules… Esto demuestra que la naturaleza nos hace sentir bien”.
Los arquitectos que han hecho suya esta corriente la aplican en sus proyectos siguiendo una serie de premisas básicas entre las que cabría destacar la introducción de elementos de la naturaleza (principalmente mediante la conexión visual por medio de grandes ventanales cuando ello es posible, o con la introducción de elementos que evoquen la naturaleza, como jardines verticales, o la recuerden a través de los sonidos –con el agua o las fragancias -con plantas aromáticas-), pero también con elementos artificiales que “imiten” los patrones naturales, buscando la analogía entre sus formas y las de la naturaleza -por ejemplo, incorporando pavimentos textiles capaces de evocar las hojas caídas de los árboles o las olas del mar-. Los recursos empleados son en definitiva muy variados: elementos sensoriales, flujos de aire, sensaciones térmicas, luces dinámicas, sonidos acuáticos… El objetivo final no es otro que crear verdaderos espacios naturales dentro de entornos que no lo son. Recurriendo de nuevo a las palabras de Oliver Heath, referidas al uso del diseño biofílico en el entorno empresarial: “Se trata de crear espacios en los que las personas quieran ir a trabajar, que sean además excitantes, que te inviten a pensar, a ser creativo, junto a otros en los que también te puedas relajar”.
Son ya muchos los proyectos de diversos arquitectos e interioristas donde la aplicación de esta corriente ha dado sus frutos, y una buena forma de apreciarlo es el más que recomendable documental “Biophilic Design: The Architecture of Life”, que a través de este enlace se puede alquilar o comprar (aunque el tráiler ya nos dará una buena idea)
He comenzado diciendo que las conexiones entre el diseño biofílico y el paisajismo son más que evidentes, y es fácil razonarlo, en tanto en cuanto la construcción de jardines no deja de ser la forma más evidente de evocar la naturaleza tanto en edificios públicos como privados. Los jardines son por antonomasia los espacios que más y mejor proporcionan ese bienestar, paz y equilibrio que aspira a proporcionarnos esta corriente arquitectónica, y prácticamente todos los recursos sensoriales que utiliza, ya sean visuales, olfativos o auditivos, están presente sin necesidad de artificios en todo proyecto de paisajismo. Y he empezado también citando una frase de Santiago Beruete, y voy a terminar con otra que creo que resume a la perfección todo lo dicho en relación a esta corriente, con la que me resulta tan fácil vincularme: “El propósito de un jardín es aunar arte y naturaleza creando belleza, la cual es promesa de felicidad”.