
Recientemente, Robb Report, una prestigiosa revista de tendencias con la que hemos colaborado en anteriores ocasiones, nos invitó a escribir un artículo sobre paisajismo para su número de octubre. En el texto que publicamos pudimos compartir con los lectores nuestra opinión sobre la naturaleza, la estética y el arte de la jardinería. Os dejamos aquí un extracto del artículo y una imagen de la edición en papel de la publicación.
«Cuando visito una ciudad me gusta pasear por sus parques, recorrer sus paseos, descubrir sus plazas arboladas y observar sus ventanas y balcones. Esos rincones muestran, mejor incluso que los museos, cuál el espíritu de un lugar, las emociones de las personas que lo habitan y la vida que llevan. Una de mis alegrías es descubrir ciudades vivas, donde la fusión de naturaleza y arquitectura crea espacios saludables, bellos, dignos. Esos lugares son para mí la expresión de la mayor cultura, la muestra de un alto grado de civilización.
Los jardines han sido siempre remansos de reposo y de belleza y ahora más que nunca constituyen un bien de primera necesidad. En estos momentos, más del 50% de la población mundial vive ya en ciudades. En muchas de esas grandes urbes la escala humana ha ido perdiéndose, el sabio concepto clásico de tener al hombre como medida de todas las cosas se ha desvanecido entre inmensidades de cemento y conexiones de transporte inabarcables. Por eso, los espacios verdes son oasis en la ciudad que sirven para disfrutar de lo bello y de lo vivo, para reconectar con la naturaleza y con nuestra propia humanidad.
La naturaleza es una necesidad diaria y la requerimos en todo momento. Y si es en las ciudades donde la mayoría de personas pasa su día a día, los jardines y los parques públicos son entonces más necesarios que nunca. Debemos apostar por ellos como una prestación básica que atiende a numerosas demandas: ocio, recreo, placer estético, salud mental y física y, especialmente, educación en los sentimientos y las emociones. Porque la relación con el entorno nos permite llegar a reflexiones más profundas, estados de abstracción de conciencia y de funcionamiento mental diferentes. Necesitamos la naturaleza y la belleza para crecer y para completarnos.
Y si los jardines públicos son una necesidad social, los jardines particulares son el verdadero lujo que alguien puede permitirse. Habitar un paisaje propio es algo impagable en estos tiempos de masificación y consumo estereotipado. Los jardines expresan la personalidad de quien los habita y los disfruta, son lugares únicos, que nutren la inspiración, la creatividad y el pensamiento disruptivo. Lugares donde uno puede reencontrarse con las tres nobles verdades platónicas; la verdad, la bondad y la belleza que la naturaleza nos proporciona.