
Ha sido un honor y una experiencia sorprendente e inspiradora participar como jurado en la edición 2017 del Bionic Festival (festival de danza biónica), un certamen de danza contemporánea que tiene como elemento vertebrador la naturaleza. Apelar a la relación milenaria entre la creatividad humana y las plantas era uno de los objetivos de este concurso artístico y medioambiental impulsado por el coreógrafo Honevo y donde los intérpretes debían evolucionar sobre el escenario interactuando con las plantas.
En este enlace podéis leer más información sobre el festival de danza biónica y ver los vídeos de la actuación de los ganadores, cuya danza tuvimos oportunidad de disfrutar y valorar en directo en la sede de la galería Madphoto (Madrid).
El concurso reunió a bailarines, actores, acróbatas y gimnastas que realizaron una coreografía con árboles móviles, que fueron valorados por un Comité Artístico compuesto por profesionales de diversas ramas. Me correspondió a mí ofrecer mi visión de paisajista, que pude compartir con el resto del jurado: Alfredo Aracil, doctor en Historia del Arte y director del Festival Internacional de Música y Danza de Granada; Elna Matamoros, maestra en la Compañía Nacional de Danza de España y asesora de la Fundación LOEWE; Elvira Heras, actriz y directora del Festival Internacional de Medio Ambiente de Lanzarote; Jaime González De Aledo Codina, pintor y doctor en Bellas Artes; y Carmen Martinez Ten, política y ex directora del Instituto de la Mujer.
La experiencia ha sido para mí muy enriquecedora. En mi opinión, existe un vínculo misterioso con la naturaleza, que es real y que afecta y conmueve a todas las personas. Y en ese sentido, el Bionic Festival es un claro ejemplo de una actividad que puede despertar las emociones a través del arte y ayudar a conectar con la naturaleza.
Pienso que arte, naturaleza, sostenibilidad y creatividad están muy unidas y por eso este certamen me ha permitido conectar con la sensibilidad de otros creadores que coinciden en la pasión por el arte y el aprecio de la belleza natural.
Y, por último, me gustaría haceros un apunte sobre las plantas empleadas. Como jardinero, no puedo dejar de preocuparme porque estas sean bien tratadas y puedan echar raíces. Es una satisfacción saber que todas han sido donadas a proyectos sociales y están creciendo en las huertas urbanas de La Tabacalera y de Esta es una Plaza en el centro de Madrid.