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Hoy os traemos a nuestro blog una obra de la que nos sentimos especialmente satisfechos en Fernando Pozuelo Landscaping Collection, por el resultado conseguido actuando sobre un amplio espacio, que hemos querido convertir en un escenario de toques orientales que tiene al agua como elemento vertebrador.
Este gran terreno de 3.000 metros cuadrados acoge ahora un jardín de estilo nazarí. Es un espacio que transmite la inspiración y la paz que buscaba el cliente, quien nos encargó la restauración integral de una vivienda y de unos exteriores que tenían una antigüedad cercana a los 40 años y contaban con un diseño más convencional.
El proyecto ha consistido en la renovación de la piscina, los pavimentos y la rodadura de la entrada, incluyendo la pintura de la fachada y su adecuación con nuevas estructuras de forja y arcos con telas que le aportan un ambiente árabe. Además, hemos trabajado en la jardinería, el riego y la iluminación y aportamos el estilismo de todo el proyecto.
Actuando en diversos frentes, hemos creado un ambiente de unidad y naturalidad gracias a la utilización del agua, un hilo conductor que aporta serenidad al conjunto. Para ello, hemos manejado el agua de forma laminar, haciéndola deslizarse a través de una pequeña acequia que la conduce hasta la piscina. Como ocurre en los jardines de la Alhambra y otras obras maestras de la jardinería andalusí, el agua de las acequias genera rumor al correr, refresca el ambiente y ofrece perspectivas lineales que vertebran el espacio y dan profundidad y líneas de fuga. Al mismo tiempo, el agua nos ha permitido también relacionar la zona del porche con otras áreas del jardín.
La piscina es una pieza fundamental en el diseño de este espacio. Pretendíamos que se comportase como una laguna, alrededor de la cual que se ubican piedras por las que cae el agua en forma de cascada. Siguiendo el curso del líquido elemento avanzamos hasta la parte superior del jardín, donde se encuentran nuevos manantiales que brotan del suelo y, desde allí, llegamos hasta las almenaras árabes. Es precisamente en este punto en el que nuestra vista se alza al cielo y, al caer la noche, se pueden contemplar las estrellas, consiguiendo alcanzar la espiritualidad y elevación que este jardín intenta transmitir.
Uno de los objetivos que nos planteamos siempre es que el diseño no esté reñido con la eficiencia y el espíritu práctico y por eso hemos reducido la necesidad de mantenimiento del jardín y el consumo hídrico. Se ha disminuido la superficie de zonas regables en un 40% y se ha instalado riego por goteo en todo el terreno para ganar eficiencia en el uso del recurso. Todo ello se ha hecho sin perder frescura y vegetación, y generando un ambiente natural en el que destacan los colores de la tierra. Los colores marrones de las tejas de la vivienda han permitido texturizar la fachada de la casa conjuntando con los tonos cálidos del terreno y se ha utilizado la gravilla para aumentar la unidad y redondez del conjunto.
Todo esto se complementa con los muros de contención, que tienen un acabado óxido en los que se pueden leer inscripciones árabes, que son pasajes del relato escrito para este jardín escénico. Porque como ocurre en nuestras obras más grandes, al realizar el jardín también entregamos al propietario un pequeño libro impreso con la historia del espacio que hemos creado, una narración que incluye secretos del diseño y que plasma las ideas y emociones que el dueño nos transmite sobre el espacio que deseaba tener.
La vegetación es parte fundamental del ambiente orientalizante que pretendíamos crear. Por eso hemos optado por una vegetación mediterránea, en la que hay árboles nobles y clásicos como los cipreses, los granados y los naranjos, cuya presencia poética se acentúa con arbustos y plantas aromáticos como la lavanda, el tomillo, la hierbabuena, el jazmín y las margaritas silvestres, que rodean una zona de huerta natural que redondea este paraíso de agua y recuerdos nazaríes.
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