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Me gustaría compartir con vosotros algunas imágenes y reflexiones sobre mi reciente estancia en Nueva York, que me ha permitido observar tendencias y novedades en el diseño urbano y, sobre todo, seguir los pasos del escultor Isamo Noguchi, uno de los grandes artistas del siglo XX, que es fuente de inspiración para mí.
Noguchi (1904–1988) fue un pionero y un adelantado a su tiempo. Supo integrar la tradición oriental y la occidental, creando un singular estilo revolucionario para su época. Nacido en Los Ángeles, de una madre americana y un padre japonés, pasó su infancia entre los EEUU y Japón, formándose como artista en el efervescente París de los años 20, donde tuvo como maestro a Brancusi, otro de los grandes escultores del siglo XX.
Incorporó en sus obras la sensibilidad y la capacidad de observación de la naturaleza del arte oriental y su atracción por los materiales y el sentido artesano de los trabajos.
Noguchi evolucionó además hasta convertirse en creador de paisajes. Sus esculturas de gran formato se realizaban para ser dispuestas al aire libre y formar parte de jardines, plazas y espacios urbanos en renovación. Inspirándose en la tradición nipona, los lugares en los que intervino seguían los principios estéticos de los jardines japoneses, de modo que sus grandes esculturas abstractas se situaban en lugares elegidos para lograr un equilibrio entre el volumen de las piezas, el espacio y la arquitectura del entorno.
Visita obligada en Nueva York ha sido por tanto The Noguchi Museum, que alberga la colección del artista y custodia su legado tanto en el interior como en el espacio ajardinado. Ver en directo su obra transporta a otro plano. Consigue trabajar la piedra y otros materiales de forma exquisita. En sus manos, la materia se hace blanda, móvil, volátil. Emana paz, relajación y una gran creatividad. En Occidente suele hacerse una distinción entre el gran arte y las artes menores, pero no así en Japón. De modo que Noguchi también fue diseñador de muebles, lámparas y objetos de adorno, siendo también un adelantado al crear esa figura de artista-diseñador de lo cotidiano. En el museo se muestran diversos modelos de su famosa lámpara Akira, fabricada en papel de arroz y que hoy luce en millones de hogares de todo el mundo.
Uno de los alicientes para visitar el museo Noguchi es que éste acaba de estrenar una exposición temporal de esculturas del español Jorge Palacios(Madrid, 1979). Se trata de una selección de obras que se exponen con el apoyo del Consulado General de España en Nueva York y de Porcelanosa, y que se completa con la instalación al aire libre de Linkuna de sus grandes creaciones de madera, que se expone en Flatiron Plaza North, junto a Madison Square Park. Su escultura transporta o las suaves formas de la naturaleza a este rincón ajetreado, estableciendo un diálogo entre la calidez de la madera y el acero y el cristal del gran Nueva York.
Conozco a Jorge Palacios desde hace tiempo y hemos ideado proyectos comunes de paisajismo y jardines, de modo que fue un placer acompañarle en la inauguración y disfrutar del tiempo que pasamos recorriendo la ciudad y compartiendo ideas sobre arte.
La estela de Noguchi ha estado siempre presente en este viaje. He tenido también la suerte de poder visitar el estudio del artista de origen hindú Natvar Bhavsar, un expresionista abstracto instalado en el Soho neoyorquino desde los años 60 y que fue íntimo amigo del escultor. A Bhavsar tuve la suerte de conocerle en Madrid durante una visita suya a nuestro país y de ahí, gracias a su cordialidad, surgió una amistosa relación. Aceptando su hospitalidad pude visitarle en su estudio y disfrutar de la gran experiencia de charlar sobre todo tipo de cuestiones, y sobre Noguchi, cómo no, con un artista de talla internacional.
Nueva York es un destino obligado para estar al día de tendencias en todos los ámbitos de la cultura y en el ámbito de los jardines ocurre lo mismo. Central Park hay que visitarlo siempre. En primer lugar porque desde construyó a mediados del siglo XIX, se convirtió en el modelo de gran parque urbano para las ciudades del mundo. Además, el diseño original de Frederick L. Olmsted se ve enriquecido constantemente con nuevas actuaciones. En este caso, algunas soluciones de pavimento usando materia orgánica y de mobiliario urbano que me han llamado mucho la atención. También merece la pena visitar High Line, el gran proyecto de renovación urbana que ha convertido las antiguas vías del tren elevado en un jardín aéreo y lineal que recorre la ciudad como una infraestructura verde.
En definitiva, ha sido un viaje muy inpirador que me ha servido para apreciar más a ese escultor que, hace varias décadas, puso en valor el aprecio por las formas que se inspiran en la naturaleza y defendió que el arte puede intervenir sobre el paisaje transformando la realidad diaria en la que vivimos. Como paisajista que soy, no puedo dejar de ver en Noguchi a un referente y un pionero, que transformó la concepción de la ciudad hace décadas al introducir el arte y el diseño como parte de la planificación urbanística.
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